¿Por qué es tan difícil reciclar la ropa?
El reciclaje es uno de los asuntos pendientes por resolver para favorecer la sostenibilidad en la industria textil. A nivel mundial, un estudio de Circular Fibres Initiative y la Fundación Ellen MacArthur calculó en 2017 que menos de un 1% de los materiales dedicados a la fabricación de prendas se reciclan. En España, cerca de 800.000 toneladas de desechos textiles acaban en la basura cada año, según los datos que maneja la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil. Otro dato que da una idea de la situación es que el 90% de las prendas que se desechan en España terminan en el vertedero.
Por ello, el marco normativo se hace cada vez más exigente en materia de recuperación de materiales en este sector, e incide especialmente en el ecodiseño y en la responsabilidad ampliada al productor. Entre otras exigencias europeas, para 2025 todos Estados miembros de la UE deberán tener una recogida selectiva de desechos textiles. En España, el anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados, cuyo objetivo es transponer las directivas comunitarias en este ámbito, contempla desarrollar un normativo específico para este nuevo flujo de residuos. Por ejemplo, establece la prohibición, a partir de 2021, de la destrucción de excedentes no vendidos de productos no perecederos entre los que se incluyen los textiles.
El comité técnico dedicado a los residuos del sector textil de Conama 2020 ya está organizando reuniones para esclarecer los puntos más importantes sobre los retos y el estado del arte de la gestión de estos residuos, cuestiones que se abordarán en la próxima edición del Congreso Nacional del Medio Ambiente, en noviembre.
¿Por qué es tan difícil reciclar la ropa? Uno de los principales obstáculos es la mezcla de materiales, explica Gema Gómez, directora de Slow Fashion Next y miembro del comité técnico de Conama.
Hay muchas prendas etiquetadas como ‘polycotton’. Esto quiere decir que están tejidas de algodón (cotton, en inglés) y de poliéster. El problema es que el algodón pertenece a un circuito y el poliéster, a otro: “el algodón se debería compostar y el poliéster, que es plástico, se debe reciclar”, precisa esta especialista, que asegura que la separación a posteriori de estos materiales es “tremendamente difícil”.
Con los estampados el reciclaje se complica aún más porque “ya es una sustancia más que se añade a la prenda”, apunta Gómez. “Por eso la industria está poniendo el foco en la parte monomaterial, o por lo menos materiales del mismo circuito”.
Por otro lado, señala que otro gran desafío que tiene por delante el sector es la innovación. Por ejemplo, cuenta que no se ha avanzado mucho en el reciclaje de materiales como la viscosa, mientras que el poliéster sí lleva años de investigación y desarrollo para optimizar los procesos.
Mientras se investiga en este sentido, ella aconseja, en la medida de lo posible, evitar consumir más. “Lo primero es reutilizar”, insiste. Pero alega que también se puede comprar de una manera más sostenible: “Apoyando a marcas pequeñas, porque suelen tener mayor diversidad de materias, y, sobre todo, apostando por materias orgánicas”.
Al final, aunque se haya avanzado más en el reciclaje de poliéster, recuerda que se trata de un material “incompatible” con el medio ambiente y que “no deberíamos estar usando”. Afirma que actualmente la visión más puntera en la industria tiene que ver con la biomímesis, con la producción de materiales con criterios de sostenibilidad, favoreciendo su reutilización y su reciclabilidad y haciendo que, en lugar de dañar los ecosistemas, incluso ayuden a regenerarlos.