El municipio que ha conseguido proteger 750 hectáreas de la expansión del ladrillo para cultivos ecológicos
Los vecinos y organizaciones ambientales de Mollet del Vallès pelearon durante 20 con la administración para proteger 1.500 hectáreas, aunque la mitad ya estaba construida. Lo consiguieron en 2006 y lo dedican a cultivar cereales y legumbres para consumo humano. Nos lo ha contado Albert García, responsable de proyectos europeos y relaciones internacionales de Mollet del Vallès que ha participado en la sesión 'Ciudades y alimentación'.
En el año 2006, después de dos décadas de pelea con la administración, las organizaciones ambientales y los vecinos de Mollet del Valles consiguieron algo histórico para ellos: proteger de la expansión del ladrillo 1.500 hectáreas que rodean el municipio. Curiosamente, su objetivo no era disponer de un espacio protegido como tal, sino convertirlo en una zona de cultivo agroecológica.
“En los últimos años de la dictadura hubo una expropiación de 1.500 hectáreas para construir una ciudad satélite de Barcelona de 120.000 habitantes. Yo, que nací en esa ciudad, nunca iba a esa zona porque era tabú, la gente tiraba neveras, electrodomésticos, estaba muy degradada”, cuenta Albert García, responsable de proyectos europeos y relaciones internacionales de Mollet del Vallès.
Las asociaciones ambientales y los vecinos lucharon durante 20 años para que la Administración pública no siguiera construyendo viviendas en este espacio. De las 1.500 expropiadas, en 2006 ya solo quedaban 750 sin construir.
Ese año se creó un consorcio entre las seis ciudades y el ayuntamiento, y donde antes había solo un plan para construir cemento, ahora se ha transformado ya la mitad del espacio. Hay unos 18 productores de ecológico, obrador, tienda, han creado su propia marca de productos alimentarios. “Si no lo hubiéramos protegido, habríamos plantado cemento”, incide García.
En este espacio se cultivan cereales y legumbres “para consumo humano”, explica García. Este matiz es importante porque las producciones cerealistas suelen ser monocultivos para ganadería que se van fuera del territorio. Los humanos que consumen estos cereales y legumbres son además son locales, lo cual favorece que la producción y la demanda estén en el mismo espacio. Entre estos productores hay uno que compró un molino de harina y ahora sirve a más de 15 panaderías de Barcelona. Otra joven hace pastas ecológicas.
Como es lógico, la producción es pequeña. “Para alimentar a la ciudad de Mollet hace cosquillas, no tenemos carne ni pescado, por ejemplo, pero si proteges todos los espacios de producción de alimentos y dejas de construir edificios, que ya tenemos muchos, podríamos hacer un centro de producción de alimentos”.