La dimensión del impacto ambiental de la sociedad digital
Tribuna de opinión de Jesús Díez, director de Programas de la Fundación Patrimonio de la Junta de Castilla y León
El Pacto Verde Europeo (Green Deal) estableció como objetivos básicos de la Unión Europea alcanzar un modelo económico neutro en carbono y circular, marcándose como meta para conseguirlo, el año 2050. Hoy, en la situación de crisis pandémica, se han establecido, además, mecanismos para acelerar la recuperación y la resiliencia basados en un cambio de modelo económico, y sobre todo en una transición digital y verde.
Y es aquí donde tenemos que realizar una reflexión profunda sobre lo que eso significa, porque se dice digital y verde, no solo digital o no solo verde, deben ser ambas cosas al mismo tiempo, prestando especial atención a que el enorme despliegue digital esperado en los próximos 5 años se realice integrando los criterios de mitigación del cambio climático y de economía circular.
La Presidencia alemana de la UE del año pasado estableció las bases de como ha de emprenderse esta transición digital en la Declaración de Berlín[1] sobre la sociedad digital y una administración electrónica basada en valores, adoptada en el Consejo de la UE de 8 diciembre de 2020.
Y en esta declaración se incluyó expresamente entre esos valores o principios fundamentales que deben inspirar la transición digital, la consecución de una “sociedad digital resiliente y sostenible” especificando que la UE y los gobiernos (nacionales, regionales o locales) deben asegurar que el uso creciente de las tecnologías digitales no perjudique, sino que contribuya al bienestar físico y psicológico de las personas, recordando también que la transformación digital en Europa debe estar estrechamente alineada con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible el Acuerdo de París sobre cambio climático, así como con los objetivos del Pacto Verde Europeo.
Por si la interpretación de este valor fundamental de la transición digital no quedaba suficientemente clara, el Consejo de la UE aprobó el documento La digitalización en beneficio del medio ambiente el pasado 17 de diciembre de 2020 en la sesión de los ministros de medio ambiente.[2]
El Consejo reconoce en este documento que la digitalización proporciona herramientas muy potentes para avanzar en la protección medioambiental, la conservación de la naturaleza y la biodiversidad, la economía circular o la acción climática, lo que por otra parte es bien conocido, aunque no suficientemente explorado.
Pero al mismo tiempo, y esta es la novedad del enfoque de la UE, al que normalmente se presta poca o ninguna atención en las agendas digitales estatales o regionales, al menos en España, reconoce que existe un riesgo evidente de que el despliegue de la digitalización contribuya a incrementar las emisiones de CO2, la contaminación, la degradación de la naturaleza, la biodiversidad y la generación de residuos, tanto en lo que se refiere al despliegue de las infraestructuras y dispositivos, como al procesamiento de datos, que incrementarán notablemente el consumo de materias primas y de energía a lo largo de toda la cadena de valor, en las fase de diseño, desarrollo, fabricación y uso de dichas tecnologías.
En conclusión, la UE nos indica claramente que es necesaria una decidida acción política para conseguir que los beneficios esperados de la digitalización se consigan minimizando su impacto ambiental.
La dimensión de los impactos ambientales de la sociedad digital
Es necesario recordar algunos de los indicadores básicos del impacto ambiental de la transición digital y del ciclo de vida de las tecnologías de la información y la comunicación para comprender realmente de los que estamos hablando.
El consumo de energía por el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) está avanzando de forma exponencial a nivel mundial, y se estima que sus emisiones de CO2 se aproximan al 4% a nivel mundial, o que el consumo de electricidad asociado a su uso representa el 10% del consumo eléctrico total en la Unión Europea, este último creciendo a un ritmo del 9% anual.
El consumo de materias primas necesarias para fabricar un ordenador, muchas de ellas críticas como el oro, plata, cobre, o el litio de las baterías, está creciendo exponencialmente, siendo por ejemplo necesario movilizar 600 kg de materias primas para fabricar un ordenador portátil de 2 kg. Ello conlleva que el 40% de las emisiones de CO2 del sector TIC se deban al proceso de fabricación (a nivel mundial) (fuente: Ademe)
Al mismo tiempo el rápido despliegue de estas tecnologías han llevado a que los residuos electrónicos comiencen a ser un grave problema, lo que unido a la rápida obsolescencia (tecnológica o cultural) de los equipos y dispositivos ha llevado a la Unión Europea a considerarla una cadena de valor prioritaria en el Plan de Acción de Economía Circular. Hay que recordar por ejemplo que los objetivos de recogida separada en España, sólo de equipos de informática y telecomunicaciones pequeños para 2021 ascienden a 17.757 toneladas y los de monitores y pantallas a 31.772 toneladas.
Algunas propuestas para que la transición digital sea verde y circular
Toma de conciencia de las autoridades públicas responsables de la agenda digital
Aun cuando ya se ha mencionado que esta cuestión forma parte de la Agenda política de la UE, son pocas las iniciativas legislativas o de planificación estatales o regionales desarrolladas para reducir la huella ambiental y la huella de carbono de la transición digital. En algunos casos, sólo se aborda el potencial de las aplicaciones de las tecnologías digitales para la gestión ambiental, pero en ningún caso se abordan los impactos ambientales de dicho despliegue ni medidas concretas para evitarlos o minimizarlos.
En el panorama europeo, hay que destarar la aprobación por el Senado de Francia de una Proposición de Ley[3] (nº 3730 de 12 de enero de 2021), que propone integrar los objetivos de reducir la huella de carbono de la fabricación y uso de TIC en las leyes de educación, comercio, consumo, fiscalidad, telecomunicaciones.
Incluir en las Estrategias y Planes de Acción de Mitigación del cambio climático la huella de carbono de las tecnologías digitales
A pesar de que se estima que las emisiones de GEI de las tecnologías digitales a nivel mundial representan un 4% del total y que en 2025 podrían duplicarse, las Políticas de mitigación de cambio climático no prestan atención a este sector.
En el ámbito de la UE podríamos mencionar la acción del Ministerio Federal de Medio Ambiente de Alemania y sobre todo la de la Agencia de Energía y Medio Ambiente de Francia (Ademe) que monitoriza y elabora informes basados en análisis de ciclo de vida de las tecnologías digitales.
Recientemente, la Estrategia Nacional Baja en Carbono de Francia, adoptada en 2020 establece también como un área de vigilancia el consumo de energía y materiales, la reciclabilidad y la reparabilidad de los equipamientos informáticos, siendo una referencia mundial en la integración de la huella de carbono de las TIC en la planificación de la lucha contra el cambio climático.
Es urgente incluir las emisiones del sector digital en los planes de mitigación del cambio climático y para ello resulta fundamental comenzar a monitorizar y establecer indicadores para evaluar el impacto climático y ambiental de la transición digital tal y como ha destacado el informe sobre el impacto ambiental de la sociedad digital del Consejo General de Economía, Industria, Energía y Tecnologías de Francia[4].
Establecer unos criterios de referencia ambiental (taxonomía) para la asignación de los Fondos del Plan de Recuperación y Resiliencia a proyectos de transición digital.
El Consejo de la Unión Europea, en sus conclusiones de diciembre de 2020 solicita que se desarrollen directrices y recomendaciones para que los diferentes sectores de la economía y la Administración hagan un uso de las soluciones digitales que sea amigable en términos ambientales y climáticos al mismo tiempo que incrementan la eficiencia en el uso de los recursos, las materias primas y la energía. Y que se movilicen los recursos del Plan de Recuperación y Resiliencia en coherencia con esos objetivos.
El Consejo reconoce que el diseño, producción y uso basado en términos de ecoeficiencia de las tecnologías digitales ayudará a incrementar la competitividad del sector digital europeo y a encontrar nuevas oportunidades en el mercado digital para las empresas europeas.
Definir programas de actuación específicos
Es necesario elaborar cuanto antes una Agenda Digital Verde y Circular, que aborde no sólo como pueden contribuir las soluciones digitales a la gestión medioambiental, sino también a evitar el efecto rebote del despliegue digital sobre la ambición climática y circular de la UE.
Para ello se apuntan algunas medidas urgentes, que ya se están poniendo en marcha en otros paises de la UE:
- Incluir en los programas de compra pública criterios de economía circular para los equipos y dispositivos digitales. No es suficiente con exigir etiquetados de eficiencia energética, sino también establecer un marco que fomente la adquisición de equipos actualizados o refabricados, creando empleo local y evitando la huella ambiental y climática embebida en los equipos informáticos.
- Fomentar el ecodiseño, tanto de hardware como de software, orientado a la durabilidad de los equipos, a facilitar su reparación, actualización o refabricación, a la reducción de los consumos energéticos. Muchos equipos llegan rápidamente a la obsolescencia debido a que el software demanda recursos crecientes, por lo que no deben infraestimarse las consecuencias de ecodiseñar el software para prolongar la vida útil de los equipos y reducir su consumo energético.
- Potenciar la virtualización, tanto de servidores como de puestos de trabajo, sobre todo en los edificios administrativos o educativos reduciendo así el volumen de equipos informáticos necesarios y su consumo energético. Con ello se evitarían paradojas como, por ejemplo, que para poder teletrabajar durante el confinamiento covid, los ordenadores de la mayoría de las oficinas han tenido que estar encendidos 24 horas al día.
- Realizar un plan de formación específico sobre competencias digitales verdes de los profesionales, estudiantes y gestores del sector digital que capacite para el ecodiseño, la organización y gestión de la infraestructura digital de forma ambiental y climáticamente sostenible y circular.
- Informar y sensibilizar a la población sobre un uso responsable de las tecnologías digitales, similar a campañas como “Levanta la cabeza” que, aunque sobre todo pretende objetivos de salud humana, también tendrá objetivos positivos sobre el medio ambiente.