Tres investigaciones de científicas para mejorar la salud de las personas
Hablamos de contaminación atmosférica, paisaje sonoro y pobreza energética con tres investigadoras que participan en Conama 2020.
Que las mujeres sufren más la pobreza energética en los hogares de Madrid se dio a conocer en 2019 por una investigación en la que participaba Carmen Sánchez Guevara. Para esta doctora arquitecta, dar visibilidad a la mujer en la ciencia y la investigación sigue siendo fundamental: “Hemos sido socializadas como mujeres y esto conlleva una mirada y una realidad diferentes. La presencia de más investigadoras es importante incluso para decidir qué se investiga”.
El campo de estudio de Guevara en la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid es la pobreza energética desde la mirada de la arquitectura y del urbanismo. Ahora que se prevé que los fondos de recuperación activados por la crisis del coronavirus se destinen en parte a la rehabilitación de casas y edificios, para esta arquitecta lo prioritario es saber qué necesitan las personas vulnerables que no pueden tener un mínimo confort de temperatura en su casa en invierno ni tampoco en verano para sacarlas de ese bucle.
Su investigación actual está en el barrio de Getafe, en la periferia de Madrid, “para desenmascarar la pobreza energética oculta, descifrar el comportamiento pasivo de los edificios, el sobrecalentamiento en verano, por ejemplo”. Cuando llegan los asfixiantes días estivales lo que sucede en las fachadas y en la calle puede ayudar mucho a las personas que habitan las casas, no es solo una cuestión de cómo enfriar el interior. Su actividad se centra en tender puente entre los espacios habitables y la salud, y por eso Guevara participa en el proceso del Congreso Nacional del Medio Ambiente participando en el comité de Habitabilidad y Salud (CT16).
También está muy conectado con la salud el campo de estudio de la ingeniera acústica Igone García, gestora de proyecto-investigadora en Tecnalia Research and Innovation. Ella es muy buen reflejo de cómo ha evolucionado la investigación relacionada con la contaminación acústica. “Yo estoy en los comités de Conama desde 2008, y en esa época nos interesaba sobre todo el ruido, porque llegó por primera vez un marco jurídico para la contaminación acústica. Ahora es otra realidad, nos interesa el sonido como recurso para aportar bienestar”, explica. De hecho, el comité técnico en el que colabora para el próximo Congreso Nacional del Medio Ambiente lleva por subtítulo Acústica sensorial e integración urbana (CT40).
Esta investigadora, a quien le parece importante visibilizar la labor de las científicas “porque tradicionalmente se han mostrado más hombres que mujeres, y esto hay que cambiarlo”, está inmersa en analizar el llamado paisaje sonoro, es decir, la forma en la que las personas percibimos los sonidos en un determinado ambiente. Esta es una labor fundamental para identificar algo a lo que le hemos prestado muy poca atención: el bienestar que produce el sonido cuando este tiene coherencia (por ejemplo, el parloteo de personas en un parque urbano) o el estrés que genera lo contrario (este mismo parloteo en un bosque, pues no lo asociamos a la presencia y la interacción de los humanos, sino al silencio).
También dedicada a la salud de las personas es el trabajo de Begoña Artíñano (Calidad del Aire, CT39), pues su campo de investigación desde hace 30 años es la contaminación atmosférica, y en concreto, la caracterización de los contaminantes. Su labor es importante porque las actuales estaciones de medición de contaminación atmosférica no recogen toda la información sobre sus componentes, de forma que el equipo de Begoña se dedica a crearlos: “no es lo mismo una zona industrial, que un puerto, que una ciudad, cada entorno tiene un problema distinto. La idea es conocer el origen y poder actuar en la causa”. Esta labor de investigación tiene relevancia porque cuanto mejor se conozca la contaminación atmosférica, la cual es muy compleja por el comportamiento diferentes de sus componentes, mejor se podrá actuar en prevenirla. Recordemos que este es un problema que causa la muerte de millones de personas cada año. A Begoña, al igual que a sus compañeras investigadoras, también le parece relevante visibilizar el trabajo de las mujeres. “En el ámbito público no es que haya distinción entre hombres y mujeres, pues se evalúa por méritos, la cuestión es que para conseguir esos méritos la mujer tiene que elegir si apuesta por su carrera o por una familia, ese es el hándicap”.